Robledo es un pueblo que guarda fervientemente sus tradiciones y festividades como reflejo de unos rasgos de identidad que han nacido, crecido y permanecido en el tiempo. Multitud de fiestas se celebran en el ciclo festivo anual, pero las más significativas para la comunidad son San Antón el día 17 de enero en la Pedanía de Los Chospes, San José el 19 de marzo y La Asunción el 15 de agosto en El Cubillo y San Antonio el 13 de junio y las fiestas mayores en honor a Ntra. Sra. del Pilar el 12 de octubre en Robledo.

La primera de ellas, San Antón, es de una tradición ancestral. Antiguamente se soltaba un cerdo por las calles y la gente se encargaba de alimentarlo durante todo el año. En el día de la efeméride se rifaba entre las gentes del pueblo. Además, se realiza una procesión y se bendicen los animales ante la santa imagen de San Antón. En la actualidad, las gentes de Los Chospes han convertido una tradición religiosa en un día popular donde se celebran actividades culturales variadas. Las actividades infantiles y las salvas de cohetes son típicas en esta celebración.

Las fiestas de San José en El Cubillo son vividas por muchas personas nacidas en el lugar, que han tenido que buscar el trabajo en otros sitios pero que celebran este día como tiempo de reencuentro y de alegría.

Durante las Fiesta del Pilar, en Robledo, multitud de lugareños y visitantes abarrotan las calles.

Unos visitantes que abandonaron el pueblo un día para partir a las grandes ciudades en busca de trabajo.

Muchas casas que permanecen cerradas durante gran parte del año, abren sus puertas a la fiesta y al reencuentro con familiares y amigos. Los toros, verbenas, juegos infantiles y actividades culturales variadas entretienen a la población.

Si hay una festividad cariñosa para los robledeños es San Antonio, el 13 de Junio. En la fiesta desempeña un papel fundamental la mujer soltera, que se encarga de elaborar los rollos típicos de matalauva que cortan y ornamentan a mano. Los elaboran a base de harina de trigo, matalauva, sal, levadura y agua. La participación masculina es a través de la elaboración de paloma, bebida que endulza los paladares de todos los robledeños. Dice la tradición que las novias deben regalar unos rollos a sus novios o bien a San Antonio aquellas que no lo tienen, si es que quieren casarse.

Este manjar se lleva en la efeméride a la iglesia para ser bendecidos por el sacerdote.

El arraigo de San Antonio es tal, que los vecinos dan dinero para comprar los ingredientes de los rollos. De esta colecta se encargan los “Antonios” del pueblo, que días antes del 13 de junio recorren todas las casas recogiendo los donativos. También son los “Antonios” del pueblo los que el día 13 llevan a San Antonio en andas durante la procesión.

Antiguamente, una de las solteras que quería dejar de serlo, elaboraba un rollo más pequeño y vistoso para regalarlo al Santo, el cual sería lucido por éste durante la misa y procesión así como el resto del año.

Cuenta la historia que la mañana de un trece de junio una joven acompañada por una amiga iba a “poner el rollo a San Antonio”, la joven tuvo un contratiempo por el camino y pidió a su amiga que le llevase el rollo, ésta, sin el más mínimo interés, regaló el rollo al santo en nombre de su amiga, pero ocurrió que fue ella misma la que en el siguiente año conoció al que fue su marido.