Se celebra el 13 de diciembre. Este día, cuando ya ha oscurecido y después de cenar, los vecinos de cada calle, casi de forma espontánea y sin haberlo acordado previamente, se juntan en un punto de la misma, aportando cada uno unos cuantos trozos de madera, leña, papeles o cartones con el fin de prender una hoguera. Da la impresión de que todos se acuerdan a última hora de que es Santa Lucía y de que hay que hacer una hoguera.

Antiguamente, las gentes salían a los alrededores del pueblo, al “Tomillar” o al terraplén de la vía del tren, a recoger tomillo para realizar las hogueras. Lo arrancaban con un “escabillo” (azada pequeña) formando “haces” (montones), los cuales ataban con un bencejo (cuerda de esparto); los que tenían burro cargaban el tomillo y vuelta a casa, pero los que no tenían debían cargar con el “haz” ellos mismos y caminar hasta el pueblo. Hasta hace unos años aún se conservaba esta costumbre de buscar el tomillo y traerlo en “haces”. El olor a tomillo, símbolo de pureza, invadía el pueblo.

Es una celebración entrañable y familiar, porque los que asisten a ella son los vecinos que realmente viven en el pueblo. En estas fechas no hay visitantes ni turistas. El frío envuelve la noche, a lo largo de las calles se ven los corros de la gente alrededor de un fuego que calienta, ilumina y une a los vecinos. Todo ello en honor a Santa Lucía “patrona de la vista”.

Cuando el fuego está en su punto álgido es cuando vienen los “vivas”, una voz grita “¡que Santa Lucía nos conserve la vista! ¡viva Santa Lucía!” y todos los asistentes gritan con voz fuerte y unísona “VIVA”. Todos, hombres, mujeres, niños y mayores, lanzan sus “vivas”, se calientan y hablan entre ellos. Es hermoso.

Todo empieza y acaba en una hora, más o menos.

Cuando ya quedan solo las ascuas, los que tienen menos frío se quedan y asan patatas o boniatos, después alguien echa un poco de agua para apagar los rescoldos, los vecinos se dan el “hasta mañana si Dios quiere” y vuelve cada uno al calor de su hogar.

En la mañana siguiente los mismos vecinos se encargan de recoger y barrer la ceniza. Un año más Santa Lucía ha sido recordada.