Dentro del término municipal de Robledo se encuentra la aldea de Villalgordo en la que destaca una ermita dedicada a la Virgen de la Encarnación, la cual se ubica en un cerro de mediana dimensión dominando la Vega de Villalgordo y en cuya falda se observan restos de cimentaciones pertenecientes a un antiguo poblado, lo que justificaría la existencia de la ermita y que, a causa de una epidemia de peste, dejó de ser habitado, aunque su relación con El Ballestero, situado a 12 km., es evidente a través de la ancestral vinculación entre ambos en la figura de la Virgen de la Encarnación. Aún así, los mayores de Robledo defienden la postura de que esta Virgen pertenecía originariamente a Robledo; recuerdan el dicho que cantaban en El Ballestero y que sirve de argumento a su afirmación:
Virgen de la Encarnación
no te vayas al Robledo,
que en la Posada del Arco
han matado un naranjero.
Utilizaban este asesinato, que realmente ocurrió en Robledo, para convencer a la Virgen de que no volviese a Robledo, con lo que, de forma intrínseca, estaban reconociendo que la Virgen era de Robledo.
A juicio del arquitecto Peiró Amo, es muy probable que Abderramán III, cuando describe los terrenos que visita en la comarca y menciona una población situada en zona de abundante agua a la que denomina “al gudur” (“zona de aguas embalsadas”), hace referencia al más que probable sistema de lagunas escalonadas (similares a las actuales Lagunas de Ruidera) que constituían la actual vega del río Arquillo. Actualmente solo quedan como lagunas las dos de cabeza, las Lagunas del Arquillo, observándose a lo largo de la vega referida diferentes saltos de agua coincidentes con barreras de tobares, artificialmente perforados para desecar las lagunas y convertirlas en terrenos cultivables.
La ermita es una edificación tosca del siglo XVI. Ha sido recientemente restaurada.
Consta de una nave única de planta rectangular, dividida en varios tramos separados por dos arcos diafragma apuntados que se corresponden con contrafuertes exteriores. La única puerta de acceso se ubica bajo un arco de medio punto en el muro meridional, a los pies del templo.
La techumbre es de madera, de estilo mudéjar, destacando el presbiterio construido con una sencilla bóveda de crucería, que cuenta con un arco añadido de dos plantas en el que se ubican la sacristía y el camarín de la Virgen.
Se puede observar cómo se utilizó como base de la pila bautismal a una piedra de molino.
En el exterior presenta contrafuertes diagonales en cada una de sus cuatro esquinas. Adosada a la ermita se encuentra la Casa del Santero, típica construcción rural que sirve de refugio en la romería a la Virgen de la Encarnación.
Esta tipología constructiva recuerda a otras iglesias que se levantaron en los últimos decenios del siglo XV y primeros del siguiente. Las de Riópar, Villapalacios, Ossa de Montiel, nos ofrecen detalles similares en lo que toca a los arcos diafragma, la bóveda de crucería del presbiterio, así como en el empleo de contrafuertes perpendiculares y oblicuos a los muros principales de la iglesia.
Esta iglesia hoy es una ermita dedicada a la Virgen de la Encarnación y, aunque enclavada en el Municipio de Robledo, son los vecinos de El Ballestero quienes acuden todos los años, de manera mayoritaria, a la romería que se celebra en honor de la Virgen de la Encarnación el día 25 de marzo. Esta situación es debida a que, hasta el siglo XIX, tanto Robledo como El Ballestero pertenecían a Alcaraz y cuando estos dos pueblos se independizaron y se establecieron los límites de sus términos, Villalgordo y su ermita quedaron pertenecientes a Robledo.
Algo después se levantarían las iglesias de Robledo (Iglesia de la Purísima Concepción), que presenta también algún parecido con la antedicha, y la de El Cubillo (Iglesia de San José, recientemente restaurada gracias a la Diócesis de Albacete y a los donativos de la mayoría de los vecinos de El Cubillo). No nacen como parroquias independientes. La de Robledo aparece como anejo de la Santísima Trinidad de Alcaraz y a su frente figura un cura con la denominación, más común en aquel tiempo, de “cura teniente”.
De la de El Cubillo podemos aventurar que se encargaría el mismo sacerdote que la de Robledo, según se desprende de la estrecha relación que hubo entre ambas.
Tenemos constancia cierta de la existencia de estos núcleos de población a mediados del siglo XV, siempre a través de datos sueltos referidos a alguno de sus habitantes. Hay que esperar hasta finales de ese mismo siglo para hacernos una idea de la importancia de estos asentamientos; muy escasa la de El Cubillo y Villaverde, apenas unos cuantos vecinos. Alrededor de 20 los vecinos asentados en Robledo.
Esta debilidad demográfica siguió siendo la característica dominante a lo largo del quinientos, de tal manera que en el año 1591 los vecinos de Robledo y El Cubillo suman 37, que a un promedio de 4 habitantes por hogar montan unos 148 habitantes.
El primer documento emanado de la iglesia de Robledo, dedicada a la advocación de la Purísima Concepción y también llamada en aquellos primeros tiempos de la Limpia Concepción, es de 1593, más concretamente se trata del registro de una boda. Pero ya funcionaba con anterioridad. Así se desprende de unos datos que recogieron las Órdenes Militares en 1571 y donde figuran entre otras las parroquias de El Cubillo y Robledo.
La edificación de estas modestas iglesias debió ser muy poco posterior al asentamiento de las primeras familias en estas poblaciones, a juzgar por el dato de que El Cubillo solo tenía 13 vecinos, y no era la más pequeña, ya que aparece la iglesia de El Horcajo con nada más que siete.
Sin embargo la referencia más antigua de la iglesia la tenemos de manera indirecta en las llamadas Relaciones del Cardenal Lorenzana de 1785, cuando el cura teniente don Nicolás Ruiz de Alarcón aporta como año de la fundación del lugar, el de 1530, basándose en los “libros de bautismo de esta parroquial”, que arrancarían por aquellos años.
Una vez levantados los templos, estas pequeñas comunidades estaban en plena disposición para llevar a cabo con total normalidad todas las prácticas religiosas que su pertenencia a la iglesia conllevaba.
La constitución de cofradías era una tradición muy arraigada entre los cristianos de la Baja Edad Media.
Nacieron en los ambientes urbanos como entidades religiosas-asistenciales, ejerciendo a partir de aquellos momentos labores humanitarias para con los miembros más necesitados de los gremios a los que iban íntimamente ligados, además de las labores típicamente cristianas de ejercicio de la caridad, de la penitencia y asistencia a los cultos.
La proliferación de cofradías que se produjo en los siglos XV y XVI debió, sin duda, estar alentada por la iglesia, convencida de que era un instrumento muy válido “para el servicio a Dios y a su Bendita Madre”. Esta invitación los fieles la asumieron gustosos.
Actualmente se mantiene la Hermandad del Sagrado Corazón de Jesús, formada por las mujeres del pueblo.
Las iglesias del municipio se han visto beneficiadas con importantes mejoras en los últimos años.