Resultado de imagen de camino de los molinos robledoSe trata de una histórica ruta de caminos hacia los molinos harineros, emplazados en un entorno rural, rodeado de sabinas, robles, encinas, chopos, nogales, con fuertes corrientes de agua capaces de mover las ruedas de molar, creando un incesante acarreo de maquileros y arrieros trajinando los sacos de grano, costales de harina, pieles de aceite, etc. Donde las gabelas y las igualas eran método habitual.

La Ruta “Camino de los Molinos” está dividida en quince tramos en los que se pueden observar molinos harineros de más de 300 años y también los dos importantes humedales de Robledo que son la Laguna de El Arquillo y Los Ojos de Villaverde, ecosistemas ambos ricos en especies. Esta ruta (de carácter local), por su importancia, ha sido incluida en la Ruta de Don Quijote (de carácter regional).

En el mapa también viene reflejada, en color verde, la Vía Verde “Sierra de Alcaraz”.
Los tramos se pueden realizar practicando senderismo, en bicicleta de montaña o, si se quieren sentir aún mejor las sensaciones de aquéllos que más lo utilizaban, en burro. La mayoría de los tramos también se pueden realizar con sillas de ruedas. Se trata de una ruta accesible a todos, ya que no tiene grandes desniveles.

- TRAMO 0-1
-2 km-
Casas Rurales de Robledo (antigua estación)
Dientes de la Vieja

- TRAMO 1-2
-1 km-
Dientes de la Vieja
El Cubillo: Molino de El Cubillo
El Cubillo

- TRAMO 2-3
-2 km-
El Cubillo
El Campillo: Molino de El Campillo

- TRAMO A-B
-4 km-
El Campillo: Cañada Real de Andalucía
El Sabinar
Laguna Ojos de Villaverde

- TRAMO 3-4
-1 km-
El Campillo
El Vínculo: Molinos de El Vínculo

- TRAMO 4-5
-2.5 km-
El Vínculo
Villaverde: Molinos de Villaverde. (Este molino aparece como uno de los molinos bataneros de la provincia de Albacete en el Catastro del Marqués de la Ensenada, 1750-1753).
Antigua central hidroeléctrica

- TRAMO 5-6
-2.5 km-
Villaverde
Villalgordo
Ermita s. XVI

- TRAMO 6-7
-2 km-
Villalgordo
El Martinete: Molino de El Martinete

- TRAMO 7-8
-4 km-
El Martinete
Cuevas de El Arquillo
Laguna de El Arquillo

- TRAMO 8-9
-6 km-
Laguna de El Arquillo
El Colmenar: Ganadería “Los Chospes”
Los Chospes
Vía Verde

- TRAMO 9-1
-4 km-
Vía Verde (Los Chospes)
Dientes de la Vieja

- TRAMO 1-10
-2 km-
Dientes de la Vieja
Las Torrenteras: Molino Las Torrenteras

- TRAMO 10-11
-1.5 km-
Las Torrenteras
Robledo 

La Ruta “Camino de los Molinos” comienza en las Casas Rurales de Robledo, ubicadas en las instalaciones de lo que fue estación del desmantelado ferrocarril Baeza-Utiel. Siguiendo por la vía de dicho ferrocarril y coincidiendo con el recorrido de la Vía Verde Sierra de Alcaraz y de la Ruta de Don Quijote, se llega a la altura de El Cubillo, punto donde se abandona el tramo compartido con la Vía Verde para dirigirse hacia esta Pedanía.

En esta zona de vega abundan las choperas, que durante el verano dan un agradable frescor y en el otoño, al cambiar de color sus hojas antes de caer, son un deleite para los ojos por sus maravillosas tonalidades.

Los vecinos de El Cubillo se caracterizan por su hospitalidad, como una forma de recordar su retorno a la Pedanía, después de una brutal emigración debido a la escasez de empleo. 

En El Cubillo se encuentra el primer molino y a una escasa distancia “la Casa de las Pulgas” (actualmente en estado ruinoso, fue una torre de vigilancia musulmán ante el avance cristiano, a finales del siglo XII).

Desde El Cubillo la ruta se dirige hacia El Campillo, por un camino de piedra, por donde el paisaje adquiere un tono como irlandés que se refleja en los pastos, el verde intenso, los ocres acervezados de la turba y un azul violáceo en el cielo, donde se dibuja a veces una bandada de tordos.

El Campillo, paraje de singular belleza, donde el tiempo parece detenerse y disfrutar. Aquí se encuentra el segundo molino. Una parada en este lugar, a la sombra de alguno de sus centenarios nogales, es una tentadora manera de reponer fuerzas y continuar la ruta.

Junto al río Campillo y por un camino que discurre por un valle en el que crecen elegantes choperas de todos los colores, se accede a El Vínculo, donde existe otro de los molinos.

La ruta continua por el camino de los Molinos de Villaverde, senda adornada por frondosas sabinas “albar”, que dan nombre al paraje El Sabinar (bosque de sabinas de los más grandes de Europa), hasta llegar a los molinos bataneros de Villaverde, tan antiguos que pudieron ser el primer asentamiento de la población de Robledo.

Otra opción es tomar desde El Campillo la Cañada Real Andalucía-Valencia, transcurrir por ella, rodeado de encinas, hasta llegar a la embotelladora del agua mineral que viene canalizada desde El Arquillo, cruzar la carretera y llegar al Monumento Natural que es la laguna “Ojos de Villaverde”. De ahí se llega hasta la aldea de Villaverde, donde desagua el arroyo de Pontezuelas, entre encinas y sabinares, y se encuentran los molinos.

El conjunto constituye un atractivo ecosistema de vegetación palustre, con carrizos, masiega y junquillo negro, que alberga a una buena cantidad de aves.

Próxima y alimentándose del agua sobrante de la laguna se encuentra una pequeña Central Hidroeléctrica en desuso. También se pueden observar los restos de un antiguo horno de pan.

Prosigue la Ruta por el camino de los Molinos que a los pocos metros cruza con el desmantelado ferrocarril Baeza-Utiel (actualmente reconvertido en la Vía Verde Sierra de Alcaraz).

Siguiendo el camino se llega a Villalgordo y su Ermita, dedicada a Ntra. Sra. de la Encarnación. Esta iglesia es una de las primeras que se edificaron en toda esta zona (siglo XVI), a juzgar por los elementos constructivos que aún se pueden apreciar y que han sido recuperados y restaurados. Próximo encontramos un batán y una yesera.

Siguiendo la ruta, junto al río Arquillo, por el camino de El Martinete, se encuentra otro molino.

Continúa la ruta y llega a la laguna de El Arquillo, justo en el límite con Peñascosa y Masegoso. En estas limpias aguas se puede practicar la pesca y la natación, en sus orillas se merienda estupendamente.

A pocos metros se encuentran “las cuevas de El Arquillo”, donde en tiempos pasados vivió gente que posteriormente se instaló en Los Chospes.

Siguiendo la ruta por el camino Arquillo en dirección a Los Chospes, junto al camino, se ubica una finca con la ganadería de reses bravas “El Colmenar”, lugar donde el toro encuentra su medio óptimo: sombras y lugares frescos en verano, escarbando la tierra húmeda que se echan sobre el lomo. Es aconsejable una visita.

A los pocos metros se encuentra Los Chospes, donde vendrá bien un descanso con su gente amable y acogedora.

Se continúa con la ruta hacia Robledo, por un camino con suave pendiente ascendente entre el cauce del río Jardín, el precioso valle que lo enmarca y la Vía Verde Sierra de Alcaraz. Tras pasar por un pequeño túnel se llega al paraje de “Torrenteras”, donde se encuentra uno de los molinos mejor cuidados y una zona famosa por hallazgos de utensilios y restos arqueológicos.

A continuación se llega a la “Fuente Miranda”, de donde mana un agua de gran finura y calidad. Ya, en lo alto del último repecho, se ve Robledo, que es el fin de la Ruta.

LOS MOLINOS HIDRÁULICOS
En un primer momento los molinos se dedicaron exclusivamente a las labores de molienda y trituración. Aunque hay que señalar el molino de Villaverde como molino batanero, siendo considerado en su época (siglos XVI-XVII) un auténtico centro industrial (sector textil) de la zona que hoy forma la provincia de Albacete. Aunque elaborase tejidos procedentes de la ciudad no hay duda de que lo hacía igualmente con las ropas de Munera, Viveros, El Ballestero, Robledo, San Pedro y aldeas del entorno. En el Catastro del Marqués de la Ensenada, 1750-1753, viene reflejado así: “Ottro Batan para el mismo uso situado en el heredamiento de Villa Verde distante de esta ciudad (Alcaraz) tres leguas que anda en una pila con el agua de los Ojos de Villa Verde, propio de Don Gerónimo Blázquez Presvitero de la Villa del Bonillo y le regulan de utilildad anual treszientos Reales vaxados todos los gastos”.

La fuerza del agua se destinaba a hacer girar una piedra sobre otra, hasta que posteriormente se desarrollaron nuevos mecanismos y formas de aprovechar estas fuerzas para otros trabajos, como centros generadores y distribuidores de energía eléctrica.

En la actualidad estas construcciones están rozando la desaparición. Casi todos los molinos dejaron de funcionar hacia 1950, al verse definitivamente sustituidos en las labores que podían desarrollar por otros nuevos tipos de procesos y máquinas de mayor rendimiento económico.

Hay dos tipos de molinos, uno de rueda motriz horizontal (“molinos de rodezno”) y otros de rueda vertical (“las aceñas”).

Son edificaciones de planta rectangular, construidos con grandes piedras en la base y cimientos, completándose en la parte superior con piedra de manpostería.

El tejado, realizado con tejas de barro colocadas sobre un armazón de madera que se cubría con jaras, retamas, etc., adopta la modalidad de cubierta a dos aguas.

Para aprovechar la fuerza del agua es necesario construir los molinos sobre un cauce de agua o bien en las cercanías de un río o fuente, interceptando el agua mediante una presa y llevándola hasta el molino a través de un canal o acequia con una pendiente adecuada. Con gran frecuencia, la irregularidad de la corriente, motivaba que se tuviera que construir una balsa en la que acumular agua.

El agua llega hasta el molino por el canal o acequia y cae por un cubo o rampa, dependiendo del tipo de molino, accionando el rodezno o rodete ubicado bajo bóveda del cárcavo. Este rodezno, o rueda hidráulica horizontal, que recibe el impulso del agua, traduce la presión o empuje en movimiento rotatorio y lo transmite a la piedra superior (volandera o corredera) sobre la piedra inferior (solera) que permanece fija.

La corredera dispone de un hueco de unos 15 cm. para colocar sobre ella la “tolva” o recipiente donde se deposita el grano que va a ser molido.

El trigo que se molía en los distintos molinos procedía de las tierras de los alrededores, constituyéndose éstos en importantes centros territoriales de transformación.

Los molineros molían el trigo a los particulares.

El interesado llevaba el trigo directamente al molino, en burros o carros, y recogía más tarde la harina, abonando el trabajo con dinero o con la “maquila”, que era un tanto en especie sobre la harina producida de cada fanega de trigo.

Estos molinos aún conservan su aire romántico. El visitarlos lleva a un viaje en el tiempo que hace imaginar cómo vivían nuestros ancestros.

Cuando uno se queda parado, en silencio, observando uno de estos molinos, tiene la sensación de que de un momento a otro va a llegar por el camino algún arriero con sus burros cargados de costales de trigo listo para ser convertido en harina.

Es emocionante.