La Encina (Quercus ilex), es quizás la especie frondosa más representativa de la zona, dónde aparecen representadas sus dos subespecies, por un lado la subespecie rotundifolia con sus hojas ovaladas o redondeadas, con el haz blanco y las bellotas dulces, y por otro la subespecie ilex con las hojas lanceoladas, el haz verde oscuro y la bellota amarga.
Es un árbol de talla media que puede alcanzar 25 metros de altura y aguanta bien los climas secos y fríos. Tiene las hojas perennes y permanecen en el árbol de tres a cuatro años, florece en los meses de abril a mayo y las bellotas maduran de octubre a noviembre.
La encina se ha utilizado tradicionalmente como combustible en forma de leña, o mediante carboneo (actualmente sin aplicación).
El Roble o Quejigo (Quercus faginea), es el árbol que da nombre al municipio, debido a su amplia presencia en otros tiempos, ya que en estos momentos, y a causa del cambio climático se encuentran en claro retroceso.
Es una especie de hoja marcescente, es decir, se secan en otoño y perduran en el árbol la mayor parte del invierno.
Las hojas de este árbol se transforman en agallas, después que un insecto coloque un huevo en su interior.
El olmo (Ulmus minor), un árbol que puede alcanzar una gran talla, y cuyas hojas tienen el borde dentado y son asimétricas. En los últimos años muchos de sus ejemplares han desaparecido debido a una grave enfermedad, la grafiosis, provocada por un hongo Ceratocistis ulmi que obstruye los vasos del árbol y lo debilita hasta su muerte.
Otras especies de frondosas con presencia en la zona son, los fresnos, arces, chopos (tanto cultivados como de crecimiento espontáneo), nogales, cerezos, en las riveras del río Jardín y Pradejón; y en los últimos años se está extendiendo el cultivo del olivo (poco representativo).